«Hace alrededor de un año y medio que en mi pueblo comenzó a vivir una bruja. Seis meses más tarde maté a mi mejor amigo».

   Descorazonado tras la muerte de su mejor amigo, Deneb intenta hasta lo imposible para que el deseo de encontrarse con Alek, una única y última vez, se haga realidad.

   Unas esferas de luz, tan efímeras como incandescentes, lo arrastran hacia las profundidades del pequeño bosque donde resuenan los ecos nacidos de los murmullos propios de una noche de verano. Allí, donde solo debería de haber un claro entre los árboles bañado por el fulgor de las estrellas nocturnas, una puerta se yergue impasible en mitad de la nada. Una entrada que conduce de forma imposible e inesperada a las afueras de un pueblo. El mismo pueblo que le ha visto crecer, las mismas personas con las que siempre ha convivido, y los mismos lugares por los que sus pies ya han caminado. Salvo con una única y extraña diferencia: el Alek de este mundo se encuentra sano y vivo... mientras que él parece que jamás ha existido.

   Una fábula moderna e intimista sobre el duelo, la amistad y el amor en el corazón de dos humanos.